Escritos e investigaciones de D. Manuel Mateos de Vicente menú prinicpal
SALUD
Los residuos. Su uso ecológico en la construcción

Presentamos unas impresiones de un ingeniero sobre un tema actual y sobre el cual se reciben, a veces, opiniones dispares. Este artículo fue publicado en El Diario de Ávila y reproducido en La Voz del Colegiado.


Estuve trabajando en el desarrollo de una zona rural de 1000 quilómetros cuadrados, al Norte de Bagdad, tomando el agua del gran río Tigris (allí lo llaman Najar Dishla). La primera vez mi trabajo fue mayormente de tipo “antropología social”, lo que me hizo conocer la forma de vivir, creencias, tabúes, etc, de aquellos pueblos.

Cuando vas a trabajar a un país con una dictadura ya sabes a donde vas (Primero estuve con la algo comunista y después con la de Sadam Juseín). Ambas dictaduras eran enemigos de los Estados Unidos, que no tenían ni embajada.∫

Las dos veces que estuve en Irac mi trabajo discurrió principalmente fuera de las ciudades. La primera vez estuve visitando aldeas y pequeños poblamientos para enterarme de los aspectos culturales de la sociedad rural, donde se iba a cambiar su modo de vida una vez se pusiera en funcionamiento el regadío de 1000 km cuadrados.

Voy a mencionar algunos detalles de la segunda vez que estuve, ya con Sadam Juseín al mando de la seguridad de la nación.

A los 15 días de llegar nos meten en la cárcel al contable (de los dos iraquíes que trabajaban en Bagdad). La razón era que teníamos que haber recibido una carta y que la había de haber firmado el contable, pero la firma no era de él. Tuvimos que acudir a todas las amistades, incluidos generales y ministros, y aún así tardó 15 días en salir. Nos dijo que para él, un simple contable, había sido una experiencia muy buena pues compartió celda con el ex-director de uno de los periódicos (y nosotros muy preocupados).

Un mes después meten en la cárcel a otro de los dos administrativos, que trabajaba fuera de Bagdad, en Querbala, o Querbela que de ambas formas lo he oído allá. Lo soltaron a los tres días con palizas incluidas. Por ello tuvo que guardar cama durante unos días. La razón que le dieron es que lo habían confundido con un hermano suyo que decían era “naserista” (partidario de la política árabe, de concentración, de Naser, el de Egipto). Después mataron a un hermano suyo, muy buen ingeniero hidráulico, que había hecho su carrera en EEUU.

Contaremos uno de los días de las “sacas”. Al ver a la gente por la mañana, notas que algo ocurre. Un día habían arrestado a 50 personas, 50. Dijeron que estaban preparando un complot para derrocar al gobierno legítimo del pueblo de la república democrática de Irac (o sea la dictadura). Nos dicen que los van a juzgar a las 11 de la mañana. A las 11 y media dan la gran noticia de que se han declarado todos culpables. Los militares serán fusilados en los cuarteles y los civiles serán ahorcados en la plaza de la Revolución (llamada por el vulgo plaza de los ahorcados). Sus bienes serán confiscados por el gobierno, como lo manda la ley, o sea los que gobiernan.

Para trabajar en el campo tenía un coche que pertenecía a la Compañía: era un jeep pequeño, con cabina para tres personas, y detrás una caja para llevar herramientas. Un día regresando tarde del campo (estaba analizando las permeabilidades del gran canal del Isjaqui) me perdí y llegué a un barrio de Bagdad que no conocía, o tal vez a otro pueblo. Paré y me bajé del coche para preguntar que me indicaran por donde se iba al centro, y que vivía en el barrio de Uasiría. Se adelantan dos tíos grandes, jóvenes y me dicen que ellos me lo indicarán y se suben al coche. En la rápida decisión sobre qué hacer, monto en el coche y me indican la dirección a tomar. Cruzamos por algunos descampados y al pasar por un gran edificio me informan de que es un cuartel de soldados y entre otras cosas que me dicen sacan cada uno una pistola y me las muestran, lo que me pareció de muy mal augurio. Decidí que tenía que hacer algo y la fortuna me ayudó. Menos mal que me hicieron pasar por el centro de Bagdad y al llegar a la calle de Jarrún Al-Rasid me dijeron que tendría que torcer a la izquierda, pero Uasiría estaba a la derecha, lo que ya me preocupó sobremanera. Se me ocurrió decir con alegría “que estaba contento, pues aquí mismo vive un gran amigo que voy a aprovechar para verlo” (cuando les hablé ya había yo bajado del coche con la llave del contacto); les pedí perdón por tener que parar y les di las gracias (o sea mucho “fimanilá”, “ma-as-salama” y “sucran”) por haber sido tan amables. Me las arreglé sin interprete y solamente sabían árabe.

Para mi trabajo en el campo me ofrecieron utilizar una casa del gobierno en uno de los pueblos de la zona para no tener que regresar todos los días a Bagdad. Cuando terminamos los ensayos de las permeabilidades del gran Canal del Isjaqui, me dijo el ingeniero que me ayudaba que habíamos sido afortunados, pues la zona, desértica, donde habíamos trabajado era insegura y nos podían haber matado. Hay que tener en cuenta que, con Sadam Juseín, el matar era una práctica constante, diaria, y a veces por decenas. ¡Ya me lo podía haber dicho al principio!

Esta segunda vez exigí a la compañía que me había contratado que iría si pagaban el viaje a mi esposa para estar allá mis últimos 15 días. Como vivíamos en una casa donde hacía un calor infernal, decidí que fuéramos a vivir al hotel Alambra, acondicionado, (también vino conmigo a vivir un par de días a la zona del Isjaqui, así como otro par de días al campamento de la presa de tierra de Rasasa, donde hice ensayos para la estabilidad del talud exterior). Uno de los días que iba a trabajar al campo era viernes (igual a nuestro domingo) y le dije a mi mujer, que estaba en Bagdad, que podía ir a ver el Museo Nacional, tomando un taxi. Salió a tomar un taxi y hacia el medio de la calzada se le habían arrojado varios hombres que la molestaron, la tocaron, la despeinaron y se zafó de ellos como pudo, entrando en el hotel llorando. Una vez explicado lo ocurrido le dijeron que nunca debía de tomar un taxi sola, que se lo debía de pedir al hotel que ellos tienen sus taxistas fiables. Ya sabemos la forma de tratar los hombres del Islam a las mujeres, pues parece que éstas solamente existen; fuimos testigos del trato que las dan por varias españolas casadas allá, pero esto podría ser otra larga historia. Siempre me he preguntado que por qué las Embajadas no nos informan de estas peculiaridades peligrosas.

Estando en Rasasa fuimos un día a la ciudad de Querbala, que estaba cerca. Como es una ciudad sagrada le busqué a mi mujer una abaya (mantón negro cubretodo, que llaman algunos burka, burca, que no lo llaman así ni en Afganistán donde es chaduri o chadri) y fuimos a la ciudad de compras; no hubo ningún problema. Pero las esposas de los de la Embajada habían ido a esa ciudad vestidas a lo occidental y las habían insultado y más cosas: escupido (¡vaya un cuerpo diplomático que no sabían las costumbres de los lugares donde están!).

No refiero que algunas de las personas que conocí o estuve en su casa, buenos ingenieros, fueron aprehendidos, torturados y adiós (eliminados), pues de esto ya sabemos algo por la prensa y los libros e iremos sabiendo más sobre los procedimientos de Sadam Juseín.

Sobre los periodistas españoles muertos en la guerra actual, hecho la culpa a la universidad por no dar énfasis a aspectos prácticos de la profesión, sea ésta la que sea. También me llama la atención lo que importa una muerte en Irac cuando en España mueren ahora cerca de 24 personas cada día por accidentes de la circulación, cifra que se puede reducir mucho, sin apenas coste alguno, lo que debería de importar más, y si empleas tu tiempo y medios para evitarlo lo que ganas con ello es que te castiguen al ostracismo por parte de la Administración, aunque tus sugerencias te las copien, acepten, plagien o como se diga.

Algunas respuestas a cuestiones.

¿Hay armas de destrucción masiva? Claro, las lleva empleando contra su pueblo y contra Irán desde hace más de 15 años (Recordemos que en Jalab-ya las emplearon y murieron unos 5.000 civiles.

¿Ha cooperado España proporcionando componentes químicos para lo anterior? Pregunten, pues yo no tengo datos escritos, solamente verbales.

¿Dónde están tales armas? Que me las den y las guardo en cualquier lugar del desierto de Irac que es tan grande como la mitad de España y no me las hallaría nadie. Recordad que en el año 2004 aparecieron, sin buscarlos, unos cuantos aviones rusos (creo que 27), cazas MIG, enterrados en el desierto y las armas de destrucción masiva se pueden meter en un pequeño bidón.

¿Cómo puede ocurrir esto? El procedimiento para que nadie se entere lo refiere Homero en uno de sus libros (según me han dicho): Un rey quería enterrar su tesoro para la cual mandó a un grupo a que lo enterrara; después mandó matar, sin explicar por qué, a los que vigilaban a los que enterraban el oro. De esta manera desapareció todo rastro de lo que sabían el lugar donde se escondiera el oro. Un español que trabajó la decoración de uno de los búnkeres, y a quien se le hizo una entrevista en “Interview” sobre otro tema, me refirió que Sadan Juseín lo invitó alguna vez a que viera cómo mataban a prisioneros de la guerra contra Irán; la forma en cómo lo hacían me hace pensar que para esconder los aviones esos, y todo lo que quisiera, era capaz de llevarlo a cabo como el rey que cita Homero.