Escritos e investigaciones de D. Manuel Mateos de Vicente menú prinicpal
SALUD
El cloro puede dejarle calvo. Cómo evitar su problema cancerígeno
  DEL CORO AL CAÑO, DEL CAÑO AL CORO. DEL CORO AL CAÑO, DEL CAÑO AL CLORO


Parece que ya no se bendice el agua, luego está claro que el clero no quiere cloro, si el agua no es clara.


Recuerdo que de niños íbamos los chicos del barrio, en el día de Sábado Santo, con una botella a recoger agua bendita a la iglesia cercana. Esta costumbre ya no existe. En aquella época no echaban cloro al agua. Tal vez el cloro impida que el agua quede bendecida o bendita. Puede ser que ello tenga relación directa conque el cloro no es un gas limpio, inocuo, pues parece que es cancerígeno, sobre todo cuando se combina con materia orgánica, creando cloraminas. Es posible que al beber agua con cloro, éste actúe con la materia orgánica que es nuestro cuerpo y forme cloraminas internamente, o previos trihalometanos (IMU, Abril 1998), que sean abono para un cáncer, de lo cual todos tenemos células esperando que se las “abone” para “florecer”.
   
         Conozco a personas a quienes beber agua con cloro les produce ardor de estómago. Hay quien no puede beber agua con cloro con razón, pues le origina una “repetición de cursos o cámaras” (ver “cagalera” en el diccionario de la Real, edición de 1970). Todo lo cual no es muy bendito, que digamos.
 
        A nadie le gusta el agua con sabor a cloro, lo que ha hecho que las aguas minerales hayan subido a una cota de consumo jamás soñada. Hay que aclarar que el uso del cloro echado por sistema al agua para beber se generalizó a raíz de unas “aguas menores” hechas  en el río Jalón por un transeunte de África del Norte. Fue hace ya muchos años, unos 25. Recuerdo que hubo dos o tres casos supuestamente de cólera en aquella zona, cuyo posible brote epidémico se cortó radicalmente vertiendo grandes cantidades de cloro en dicho río, matando todos los microorganismos, y de paso a los peces y, después, legislando que todas las aguas de los abastecimientos de España estuvieran cloradas, con cloro residual. Así, sin recurrir a la Química analítica: a lo bruto.
  
       En España parece que no nos fiamos de nadie y se requiere, hasta en los pueblos con conocidas buenas aguas, un cloro residual en el agua del grifo casero. No se aplica nada de lo que me enseñó mi primer profesor de hidráulica, y el mejor que tuve, el Ingeniero Juan-Aracil, sobre los bacilos de coli y otras bacterias fáciles de detectar.
  
        Parece extraño que no se hayan enterado en otros países de que el cloro debe aparecer con olor y sabor en los caños de las viviendas y de los hoteles. Hace unos años fui a Suecia al Seminario del Agua y me extrañó que un país tan adelantado no suministrara agua con buen cloro residual por los grifos y caños. Me dijeron en el Departamento de Aguas de Estocolmo que ellos echaban el cloro en origen, pues sacaban el agua de un lago, y que no tiene por qué haber cloro residual en los caños y grifos de las viviendas. ¡Que no quieren coro, digo cloro en el caño!. Tal vez estén preocupados por la naturaleza cancerígena del cloro o de sus compuestos. No son como nosotros, los españoles, que no nos importa que el cloro pueda ser cancerígeno o no; somos así de chulos.
 
         He visitado pueblos de España en donde extraen el agua, supongo que vieja de centenares o millares de años (mal llamada fósil, pues no está dura, sino líquida), que procede de profundidades a decenas o centenas de metros bajo tierra, donde el agua ha sido filtrada y bien filtrada por las tierras arcillosas y es de suponer que salga extremadamente pura. Pues bien: tienen la obligación de clorarla. Dice, algún alcalde, que no tienen conocencia de que se mire el agua para saber si tiene bichitos. Por lo que pienso que se debería cambiar la ley y no exigir que se clore por sistema, pues ya desapareció en el acto aquella supuesta epidemia de cólera de hace 25 años. Recuerdo lo que nos decía el profesor de hidráulica: que no se clore por clorar. Nuestra salud merece que se analice la necesidad y forma de clorar el agua. Aunque hay alcaldes cautos, que han simulado echar cloro diseminando botellas vacías en el entorno del depósito o en la captación del agua, para que las vea esa persona que cobra un buen sueldo de Sanidad por hacer algo que ellos -los alcaldes cautos- consideraban inútil. También suele ocurrir que los vecinos sigan yendo por agua, para beber, a los manantiales y agadones tradicionales.

         Si el agua lleva exceso de cloro, parece que el menor mal, observable, es que empiece uno a quedarse calvo, como nos dijeron que ocurrió en un pueblo de la provincia de Toledo, “de cuyo nombre mejor es no acordarse”. Trabajar sin precaución en el manejo del cloro condujo a la muerte, en dos meses, a un tío de mi amigo Fidel; empezó a manifestárse la enfermedad que yo llamo “cloritis cancerosa” dejándolo sin guedejas, sin necesidad de tonsurarse ni de que lo motilaran. Siempre he pensado que a quien se le tendría que “caer el pelo” es a quien legisla en plan prepotente, sin prestar atención a la ciencia esclarecedora. De aquí se infiere que no conviene lavarse la cabeza con agua que contenga cloro, para no quedarse calvo.
  
        Este propuesta podría ser tomada como objetivo de alguna ONG (Organización No Gubernamental, que están de moda y proliferan como los hongos) por esos farmacéuticos sin fronteras, veterinarios sin fronteras, médicos sin fronteras, médicos mundi, médicos del mundo, etc, que se olvidan de que en España también hay centenares de miles de problemas graves de salud. Y que no es oro todo lo que queremos que reluzca en otros paises (Ver nota al final). Yo ya llevo muchos años haciendo ver a varios organismos la necesidad de cambiar la ley de cloración sistemática, a mi modo de ver dictatorial, y en lo que no tengo ningún interés económico; sin embargo, necesito ayuda de esas ONGs para que apoyen que se clore de una manera científica, sólo cuando haga falta y echando la cantidad necesaria de cloro para que no lleguen restos a nuestros caños y se combine con las células orgánicas de nuestro cuerpo, por si pudiera formar entonces las cancerígenas cloraminas. Si hace falta limpiar las cañerías, pues que se clore una vez cada cierto número de meses, avisando de antemano a la población.
  
       Mientras tanto, es probable que la doble intención florezca repitiendo, con una ligera modificación, unas cuantas veces, con rapidez, aquel estribillo popular en mi tierra hace muchos años: Los mozos del pueblo de al lado corrieron al toro del caño al coro, del coro al caño, del caño al .....cloro, del cloro al caño, del caño al cloro, del cloro al caño..... -Aunque no se bendiga ya el agua, sí que podemos en España, al menos, rezar para que Su San- idad actúe científicamente. O sea: no hay que echar cloro sólo por NECES(an)IDAD, sino cuando sea NECESA(nita)RIAMENTE.

 

Nota sobre las ONGs:
 
Véase el libro “The Road to Hell”: The Ravaging Effects of Foreign Aid and International Charity” escrito en inglés, que se puede traducir por “La Ruta Hacia el Infierno: Los desastrosos efectos de la ayuda exterior y de la caridad internacional”. Autor Michael Maren. Publicado por Free Press en 1997. El autor, Maren, ha trabajado como cooperante de ONGs durante 20 años, en campos de refugiados de distintos países. Recomienda que no se ayude por ser contraproducente, ya que contribuye a que haya más refugiados, más hambrunas y más víctimas, explicando el por qué, tras tantos años de experiencia propia.
 
Véase también “El agua en el siglo XXI”, por M. Mateos, Revista de Obras Públicas, Pág. 81 y 82, Abril 1998. Trato sobre el deterioro que está sufriendo el planeta, o Ser Tierra. Introduzco el término “geocancer” para designar al máximo animal depredador: el ser humano. No satisfechos de los destrozos que hacemos los de la llamada “civilización occidental”, nos ha entrado la manía (o la moda), más o menos aventurera, de que nuestra civilización y desarrollo es lo más adecuado para todas las etnias; así podemos llevar en cooperación mundial la gran labor del destrozo vital del Ser Tierra, el que nos da de vivir a todos, y cuyos efectos hemos empezado a sufrir en los ciclos sequía-inundaciones, huracanes, terremotos, que se verán ampliados a otros desastres.

 

REMEDIOS AL CLORO. La vitamina C neutraliza el cloro y las cloraminas. Reacciona en el agua produciendo cloruro y dehidroascorbato, y se recomienda echarlo en los rios para que no mueran los peces por el cloro (que en USA cuesta a granel unas 700 ptas el quilo. Ver UPFLOW, AWWA, Dic. 1998). O sea echemos unas gotas de limón al vaso de agua.