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LA
DELGADURRIEZ SEMI INSTITUCIONADA |
Una profesión pricipesca (alguna ganan millones)
Me preocupa el protagonismo de esas mal llamadas
modelos, a veces hasta oráculos (sin formación
cultural algunas) de la política y de otros
temas. Habría primero que eliminar la palabra
modelo que atrae mucho a la juventud, y es responsable
de muchas anorexias (antes se llamaban caquexias).
Habría que estudiar a fondo la influencia
de las muñecas delgadísimas de ahora,
en comparación con los pepones de la época
en la que no existía la palabra anorexia.
Yo las denomino con los siguientes términos:
Pasareleras, perchantas, andiperchas,
perchandantes, perchulas, perchanas, perchonas
(de percha y personas, como contracción,
mejor que percheronas, aunque su
andar me recuerda a veces a tales yeguas),
perchimodas, maniquís, maniquíes,
modonas, modaleras, modaneras, modantas, modandas,
modaras, moderas, PDMs (Presentadoras De Modas),
ADMs (Ayudantes De Modistos) o PPPs (Personas de
Profesión Pasarelera).
No me atrevo a llamarlas “modelos” porque
lo considero un insulto a todas las mujeres realmente
modelo. Tales personas me parecen tenedores vestidos,
pues sus huesos deben pinchar. Además tienen
un andar destartalado, ridículo (aunque sin
lo último) y una mirada de mala leche, en
general claro está. Con el frontal femenino
dejado en casa, en el plato de la escasa manduca
(o tal vez con tanta hinchazón labial artificial
no les quede, a algunas, boca para ingurjitar algo).
Además, modelo, para los de mi quinta, eran
aquellas que se desnudaban delante de un escultor.
Todos mis amigos de aquella época querían
ser escultores, o tener un amigo escultor, pues
era la única forma de refocilarse, visualmente
claro está, con las formas de una mujer.
Recuerdo que en una época en Ávila
ponían multas a aquellas que al salir de
una piscina (sólo para mujeres, claro) o
de bañarse en un río, no se ponían
un cubrelotodo (guarras que eran, decían).
Si mal no recuerdo a la hora de hacerse el Documento
de Identidad las mujeres del “otro”
vivir tenían que informar de su profesión.
Ponerlo claramente estaba mal visto y sugirieron
poner “modelo” (Así: esculturables
de un golpe). Al fin y al cabo también se
desnudaban, pero delante de un escultor sin pincel,
ni brocha, aunque pareciera que otra "cosilla",
del que las veía en tal atuendo, semejara
a un pincel o mejor a una brocha.
Viene últimamente la industria de los modistos,
o modistas, que según mi amigo Emilio nos
quieren dar un modelo (aquí si que vale)
de mujer machirola, sin-teticas y sin n algo, nalga,
nada magreable. Emilio me dice que así acabaremos
todos en la acera de enfrente, que es lo que, dice,
quieren algunos, para tener mayor elección,
o erección, no me acuerdo de cual de los
términos empleó.
Como los modelos son las ropas pienso que de ahora
en adelante se elimine tal denominación,
y se favorezca las que menciono más arriba.
Parece que la Sociedad se está hartando,
jartando, de ver tanto hueso pinchante por las implicaciones
de tipo anoréxico que están transmitiendo
a nuestra siempre esperanzadora juventud.
Además se debería recurrir a la etimología
y de esta manera no habría oído lo
que me dijo la señora Antonia de México
(pronunciado Méjico), del Estado de Oaxaca
(pronunciado Oajaca) de que su hija tenía
una enfermedad de reyes por aquello de la Ano-regia,
antes llamada Caquexia. Dada la implicación
escatológica de los prefijos de ambas palabras
es preferible no usarlas. Así no tendriamos
esos diagnósticos que me recuerdan a los
chamanes como “patología anoréxica”,
se debe identificar la enfermedad, que no “patología”=
ciencia de las enfermedades, por un nombre que lo
entiendan personas de todas las culturas; además
si ahora nos sentimos mal y se nos dice que tenemos
una patología, ¿seremos patólogos
o estaremos patólogos?. En definitiva que
es mejor llamarla “delgadurriez”. Espero
que vuelva aquello que decían nuestras abuelas: “Dame
gordura y te daré hermosura”. O lo
que me recordó Alberto, el del Cubo: “No
hay mejor espejo que la carne sobre el hueso”
Otra
opinión :
Helene Christiensen opina que "es una
simplicidad culpar a la moda de la anorexia"
(ABC, 14.5.2001, Pág. 85). Dice "que
muchas veces se debe a que son chicas que
tienen carencias afectivas, que no tienen
el apoyo y cariño de sus padres".
En efecto, estamos en una sociedad en la cual
las madres son generalmente trabajadoras fuera
del hogar; los hijos llegan a las cinco de
la escuela y no encuentran a nadie en casa,
hasta horas después. Llegarán
unos padres cansados de la "dura"
jornada de trabajo no teniendo apenas tiempo
para intercambiar palabras, o afecto, con
los hijos. El resultado puede ser jóvenes
esqueléticos, sin fuerzas, que se nos
pueden caer en la calle o el metro, y a los
espectadores nos surgirá la duda sobre
que hacer, pues el aspecto nos hará
creer que es un drogadicto que se ha caído
dormido. Pero su madre se habrá "realizado". |
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